miércoles, 25 de febrero de 2009

El cielo tan cerca, tan lejos.


Para subir al cielo se necesita una escalera grande, una escalera grande y una chiquita, ay arriba y arriba...
Entonces, el poeta pidió que le retirasen el papel y los lápices, pues sus dedos estaban hinchados de tanto escribir y ya no podía más. Le dolía el cuerpo, le dolía el alma y le dolían las ideas. Me miró, frunció el entrecejo y dijo: - No sé ahorita, pero mañana, te aseguro, será otro día.- Sonrió, luego, apagó la luz de su lámpara.

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