Un recuerdo muy vivo que tengo de los años que estuve en Tijuana, es el de mi residencia en el Hotel del edificio Studebaker, que fue mi casa al recién llegar de Ciudad Juárez. Después contaré los detalles, ahorita, nada más escribiré acerca de cuando obtuve trabajo de camarero en ese lugar; con el tiempo, fui administrador del hotel, pero esto ya lo narraré luego...
En mi trabajo de camarero aprendí a tender camas, pulir pisos y cosillas así por el estilo, y para la edad que tenía en aquel tiempo, me sirvió mucho conocer el teje y maneje del ramo de la hotelería, claro, empezando por la intendencia, lavandería, etc. (ahora que me doy cuenta, jamás he vuelto a tocar un trapeador desde entonces, pero no creo que tal detalle sea relevante. )
El lapso del que hablaba:
Me vienen a la mente los pasillos de aquel hotel y me veo caminando por en medio, cerciorándome de que los cuartos no estén ocupados, para poder yo entrar y hacer el a aseo en ellos, cambiar las sábanas, cobijas y colchas y hacer un bulto en el pasillo con las garras sucias, para después llevarlas todas a la bodega, donde el señor de la lavandería, a su vez, las cambiaba por piezas limpias… En el recuerdo lo veo bajar por las escaleras con el enorme bulto a cuestas ¿Cuánto pesaría? Tal vez unos 40 ó 50 kilos, un costal hecho con sábanas, relleno de hasta con almohadas. Después de cargar la ropa en una especie de van, subía las escaleras, iba directo con el administrador en turno, le daba la factura a este y le informaba: “vengo tal día”.
El siguiente escalafón para mí sería el de “cubre turnos”, o sea, trabajar los descansos del personal laborando en el H.C. del edificio S...
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