A Edgar Allan Poe (1809-1849) se le adjudica la creación del género
policíaco, con las narraciones de Dupin, personaje que inspiró a
Arthur Conan Doyle para crear a Sherlock Holmes. Pero el género que distingue a Poe es el de terror. La obra de Poe ha influido en escritores como H.P.Lovecraft(Y muchos más de la misma corriente)... A ver que les parece esto de fragmento de cuento de Edgar Allan Poe:
Berenice
(...) "Berenice y yo éramos primos y crecimos juntos en la heredad
paterna. Pero crecimos de distinta manera: yo, enfermizo, envuelto en
melancolía; ella, ágil, graciosa, desbordante de fuerzas; suyos eran los paseos
por la colina; míos, los estudios del claustro; yo, viviendo encerrado en mí
mismo y entregado en cuerpo y alma a la intensa y penosa meditación. (...)
La enfermedad -una enfermedad fatal- cayó sobre ella como el simún, y
mientras yo la observaba, el espíritu de la transformación la arrasó, penetrando
en su mente, en sus hábitos y en su carácter, y de la manera más sutil y
terrible llegó a perturbar su identidad. ¡Ay! El destructor iba y venía, y la
víctima, ¿dónde estaba? Yo no la conocía o, por lo menos, ya no la reconocía
como Berenice.
Entre la numerosa serie de enfermedades provocadas por la primera y fatal,
que ocasionó una revolución tan horrible en el ser moral y físico de mi prima,
debe mencionarse como la más aflictiva y obstinada una especie de epilepsia que
terminaba no rara vez en catalepsia, estado muy semejante a la disolución
efectiva y de la cual su manera de recobrarse era, en muchos casos, brusca y
repentina. Entretanto, mi propia enfermedad -pues me han dicho que no debo darle
otro nombre-, mi propia enfermedad, digo, crecía rápidamente, asumiendo, por
último, un carácter monomaniático de una especie nueva y extraordinaria, que
ganaba cada vez más vigor y, al fin, obtuvo sobre mí un incomprensible
ascendiente. Esta monomanía, si así debo llamarla, consistía en una
irritabilidad morbosa de esas propiedades de la mente que la ciencia metafísica
designa con la palabra atención . Es más que probable que no se me
entienda; pero temo, en verdad, que no haya manera posible de proporcionar a la
inteligencia del lector corriente una idea adecuada de esa nerviosa intensidad
del interés con que en mi caso las facultades de meditación (por no emplear
términos técnicos) actuaban y se sumían en la contemplación de los objetos del
universo más comunes. (...)
Mas no se me entienda mal. La excesiva, intensa y mórbida atención así
excitada por objetos triviales en sí mismos no debe confundirse con la tendencia
a la meditación, común a todos los hombres, y que se da especialmente en las
personas de imaginación ardiente. Tampoco era, como pudo suponerse al principio,
un estado agudo o una exageración de esa tendencia, sino primaria y
esencialmente distinta, diferente. En un caso, el soñador o el fanático,
interesado en un objeto habitualmente no trivial, lo pierde de vista poco a poco
en una multitud de deducciones y sugerencias que de él proceden, hasta que, al
final de un ensueño colmado a menudo de voluptuosidad, el incitamentum o primera
causa de sus meditaciones desaparece en un completo olvido. En mi caso, el
objeto primario era invariablemente trivial, aunque asumiera, a través del
intermedio de mi visión perturbada, una importancia refleja, irreal. Pocas
deducciones, si es que aparecía alguna, surgían, y esas pocas retornaban
tercamente al objeto original como a su centro. Las meditaciones nunca eran
placenteras, y al cabo del ensueño, la primera causa, lejos de estar fuera de
vista, había alcanzado ese interés sobrenaturalmente exagerado que constituía el
rasgo dominante del mal. En una palabra: las facultades mentales más ejercidas
en mi caso eran, como ya lo he dicho, las de la atención, mientras en el
soñador son las de la especulación. (...)
En los intervalos lúcidos de mi mal, su calamidad me daba pena, y, muy
conmovido por la ruina total de su hermosa y dulce vida, no dejaba de meditar
con frecuencia, amargamente, en los prodigiosos medios por los cuales había
llegado a producirse una revolución tan súbita y extraña. Pero estas reflexiones
no participaban de la idiosincrasia de mi enfermedad, y eran semejantes a las
que, en similares circunstancias, podían presentarse en el común de los hombres.
Fiel a su propio carácter, mi trastorno se gozaba en los cambios menos
importantes, pero más llamativos, operados en la constitución física de
Berenice, en la singular y espantosa distorsión de su identidad personal.
En los días más brillantes de su belleza incomparable, seguramente no la amé.
En la extraña anomalía de mi existencia, los sentimientos en mí nunca venían del
corazón, y las pasiones siempre venían de la inteligencia. A través del alba
gris, en las sombras entrelazadas del bosque a mediodía y en el silencio de mi
biblioteca por la noche, su imagen había flotado ante mis ojos y yo la había
visto, no como una Berenice viva, palpitante, sino como la Berenice de un sueño;
no como una moradora de la tierra, terrenal, sino como su abstracción; no como
una cosa para admirar, sino para analizar; no como un objeto de amor, sino como
el tema de una especulación tan abstrusa cuanto inconexa. Y ahora, ahora
temblaba en su presencia y palidecía cuando se acercaba; sin embargo, lamentando
amargamente su decadencia y su ruina, recordé que me había amado largo tiempo,
y, en un mal momento, le hablé de matrimonio. (...)
La frente era alta, muy pálida, singularmente plácida; y el que en un tiempo
fuera cabello de azabache caía parcialmente sobre ella sombreando las hundidas
sienes con innumerables rizos, ahora de un rubio reluciente, que por su matiz
fantástico discordaban por completo con la melancolía dominante de su rostro.
Sus ojos no tenían vida ni brillo y parecían sin pupilas, y esquivé
involuntariamente su mirada vidriosa para contemplar los labios, finos y
contraídos. Se entreabrieron, y en una sonrisa de expresión peculiar los dientes
de la cambiada Berenice se revelaron lentamente a mis ojos. ¡Ojalá nunca los
hubiera visto o, después de verlos, hubiese muerto! (...)"
He aquí un link a la
biografía
de Poe.